Hoy os dejo una pequeña fábula de Samaniego (versionada a partir de la original de Esopo)
Érase una gallina
que ponía un huevo de oro
al dueño cada día.
Aún con tanta ganancia,
mal contento,
quiso el rico avariento,
descubrir de una vez la mina de oro,
y hallar en menos tiempo más tesoro.
Mátola, ábriola el vientre de contado,
pero después de haberla registrado
¿qué sucedio?
Que muerta la gallina,
perdió su huevo de oro,
y no halló mina.
¡Cuántos hay
que teniendo lo bastante
enriquecerse quieren al instante,
abrazando proyectos
a veces de tan rápidos efectos,
que sólo en pocos meses,
cuando se contemplaban ya marqueses
contando sus millones...
se vieron en la calle sin calzones!
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